En los mensuarios agrícolas que menudean
en iglesias románicas y también góticas, el mes de enero suele venir comúnmente
representado atendiendo a la iconografía
del dios romano bifronte Jano, dios de las puertas. Se nos presenta ante dos
puertas, mirando cada una de sus caras a una de ellas. Una de las puertas
cierra el año ya pasado, la otra se abre al venidero. Por tanto, sería símbolo
de las decisiones que se han de tomar al comenzar el año.
Bajo esta iconografía admiramos el enero
(GENVARIVS) del mensuario que encontramos en el Panteón Real de San Isidoro de
León, panteón descrito como la “Capilla Sixtina” del Románico.
Sin embargo, en la Catedral de San
Vicente en Roda de Isábena (Huesca) la representación del primer mes del año se
corresponde con un hombre ataviado con capucha que vierte agua de un cántaro. Esta
iconografía quizá pudiese estar relacionada con el zodiaco, ya que el signo de
Acuario rige desde el día 20 de dicho mes. Y esta interpretación no resulta tan
descabellada cuando vemos la imagen del mes siguiente, febrero, asociada a un
par de peces, símbolo de Piscis, entroncando así con el paganismo del que nacen
estas representaciones personificadas de los meses del año.
Otro ejemplo disidente es la representación de enero en la portada románica
de la iglesia parroquial de Beleña de Sorbe (Guadalajara). En ella observamos
una escena de la matanza del cerdo, que en otros mensuarios suele ser
característica del mes de noviembre.