“Tiendo a imaginar que la altura es menos grandiosa que la
profundidad, que nos sorprende más mirar hacia abajo, desde un precipicio, que
mirar hacia arriba.”
Edmund Burke, Investigación
filosófica sobre el origen de nuestras ideas de lo sublime y lo bello
(1756)
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Caspar David Friedrich, Caminante sobre el mar de nubes, 1818 |
¿En
qué piensas? ¿Qué miras? ¿Qué llama tu atención?
¿Es
un peñasco? ¿Una nube? ¿O tu propia alma?
Subes la montaña, metáfora del proceso
iniciático.
El esfuerzo físico que acarrea te es
extenuante. Trabas y peligros te salen al paso durante el camino. Durante la
ascensión haces frente a toda una pléyade de miedos reales o inventados por tu
miedo al fracaso, por tu falta de seguridad en ti mismo. El proceso catártico
llega a su clímax al tiempo que coronas la cumbre.
Vislumbras el mundo a tus pies. Te sientes
liberado, purificado, limpio.
Entonces miras hacia abajo. Y la
profundidad te atrae. El abismo te llama. Quizá porque nuestra propia alma se
encuentra plena de él. Somos abismo.
¿En
qué piensas? ¿Qué miras? ¿Qué llama tu atención?