sábado, 20 de octubre de 2012

Baudelaire y Redon se embriagan con las flores del mal (y fin)

   Por fin Baudelaire en su poema Rebelión toma partido y se identifica con las fuerzas del mal. Esta elección no es más que otra muestra del deseo del poeta de afirmar su propia personalidad individual a través de la provocación que supone la rebeldía.  Baudelaire se convierte así en otra personificación del héroe que transgrede las normas y la vulgaridad y pretende elevarse en el conocimiento y que, a causa de dicha transgresión, para la que el resto de los mortales son cobardes o no se encuentran preparados, debe ser castigado. Y, sin embargo, Satán, visto a la luz de la intrínseca dualidad que abarca a todo lo creado, pensado, imaginado, soñado y temido no es más que la otra cara de Dios.
   Baudelaire y Redon rinden un homenaje explícito a Satán a través, respectivamente, de Oración, epílogo de Las letanías de Satán, y de la lámina VIII, Gloire et louange à toi, Satan, dans les hauteurs du ciel où tu régnas, et dans les profondeurs de l’enfer, où vaincu, tu rêves en silence!. La figura de Satán ofrecida por Odilon nos es mostrada bajo la iluminación de una luz procedente de una fuente situada en el lado izquierdo, hacia la que su postura parece que va a comenzar a dirigirse. Esto podría dar lugar a una interpretación simbólica, ya que los elegidos por el dios de los cristianos ven explicitada su posición privilegiada al ocupar el lado derecho. Del lado izquierdo, de donde procede la luz que ilumina a Satán, sólo puede proceder la maldad. Y es en esa dirección hacia la que va a dirigirse el movimiento que comienza a producirse en la figura luciferina, evidenciado por sus alas desplegadas, tras lanzar una última mirada a lo que está a punto de abandonar. Al aludirse en el poema de Baudelaire a Satán como príncipe de sabiduría y conocedor de los más escondidos secretos, la luz a la que se aproxima bien podría ser la del conocimiento pleno y libre. Se equipara así a la figura de Prometeo, ya que ambos roban un don preciado cuya exclusividad residía en los dioses, el fuego y la sabiduría respectivamente, para regalarlo a la humanidad y lograr, así, su progreso y su independencia con respecto a la divinidad.

Odilon Redon, Lámina VIII para Las flores del mal, Gloire et louange à toi, Satan, dans les hauteurs du ciel où tu régnas, et dans les profondeurs de l'enfer, où vaincu, tu rêves en silence!

Las letanías de Satán
Oración
¡Gloria y alabanza a ti, Satán, en las alturas
del Cielo, donde reinas, y en las profundidades
del Infierno, donde, vencido, sueñas en silencio!
¡Haz que mi alma un día, bajo el Árbol de la Ciencia,
descanse cerca de ti, en la hora en que sobre tu frente
se extiendan sus ramas como un Templo nuevo!


   La novena y última estampa de la serie de Odilon Redon, Cul-de-lampe, resulta el broche perfecto para evidenciar la gran capacidad mimética existente entre los dos artistas. Se encuentra inspirada en el poema El amor y el cráneo y el propio poeta añade como subtítulo, Viñeta antigua, y realmente este es el significado de Cul-de-lampe. En tipografía alude a un adorno de fin de página o libro, un dibujo acabado en punta colocado al final de un capítulo en los libros antiguos. Escogiendo este poema y esta figura tipográfica antigua, Redon concilia el sentido de finalización de su serie de estampas y resume y expone sus puntos de unión con el poeta. Al leer el poema nos damos cuenta que incorpora algunos de los tópicos iconográficos que más repite Redon en sus obras, a saber, formas circulares en sus más diversas y variadas presentaciones. El artista funde todas estas imágenes e incorpora la iconografía del mundo vegetal presentándonos un cráneo-flor inquietante de ojos con cuencas vacías elevándose cual globo. En el extremo de su tallo queda dibujada la inicial de su nombre, conjugando así la poética de Baudelaire y la imaginería de Redon.


Odilon Redon, Lámina IX para Las flores del mal, Cul-de-lampe


El amor y el cráneo
Viñeta antigua
El Amor está sentado en el cráneo
de la Humanidad
y en este trono el profano,
de risa descarada,

sopla alegremente redondas burbujas
que suben en el aire, como para unirse a los mundos
al fondo del éter.

El globo luminoso y frágil
toma un gran impulso,
revienta y escupe su tenue alma
como un sueño de oro.

En cada burbuja oigo que el cráneo
ruega y gime:
“¿Cuándo va a terminar
este juego ridículo y feroz?

Pues lo que tu boca cruel
esparce en el aire,
monstruo asesino, es mi cerebro,
¡mi sangre y mi carne!”
 

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